Viendo los resultados artísticos, me parece buena idea buscar un profesional. ¿O no? El Alumno.
Poco es mucho. Nada es suficiente.
Cada día , a las 10 h, entraba el sol por la ventana. El momento justo de mi pequeño secreto. Nadie lo sospechaba.
Tras desayunar salí a dar una vuelta. Me tropecé con numerosos ciudadanos con sus flamantes cámaras digitales reflex haciendo fotos a una bolsa de papel con el logo de una importante tienda. Cualquier sitio era bueno. Era curioso observar a aquellos Mapplethorpe, Leibowitz, Avedon de pacotilla intentando entender los intrincados menús de sus máquinas. La mayoría de las veces desistían y disparaban varias fotos amparados en el "alguna quedará bien, las demás las borro".
Don Alberto di Rabbo entró en el ayuntamiento fumando un descomunal puro habano. Entró a la sala consistorial. Los concejales le esperaban intrigados. Don Alberto se sentó. Observó uno a uno. Con una sonrisa comenzó a hablar.
De camino a mi cafetería favorita, me compré el diario. Estaba lloviendo y la portada se mojó. Cuando me senté, comprobé que la portada estaba arrugada. Aún así, las noticias permanecían imperturbables. Todas eran malas. Carentes de esperanza alguna. En la esquina inferior derecha, aparecía lo más positivo: el anuncio de una cuenta bancaria con interés "interesante".