Don Alberto di Rabbo entró en el ayuntamiento fumando un descomunal puro habano. Entró a la sala consistorial. Los concejales le esperaban intrigados. Don Alberto se sentó. Observó uno a uno. Con una sonrisa comenzó a hablar."Buenos días. He convocado esta junta para agradecerles sus apreciaciones para que atendiera las quejas ciudadanas."
Don Alberto bebió un poco de agua. Posó su vaso permitiendo ver el brillo dorado de un gemelo de su camisa.
"Efectivamente, me han convencido. Ayer he dado órdenes de que se FLEXIBILICEN las normas."
Se levantó de la sala y se marchó dejando un rastro de puro habano.
El alumno.

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